Se quitó la camisa y la puso sobre la mesita de noche. Alguien apagó la luz.

Se quitó la camisa y la puso sobre la mesita de noche. Alguien apagó la luz. Sin preguntarse nada, fue a tientas hacia la cama. Alguien estaba dormido. Al sentir ese cuerpo extraño y cálido, decidió ir hacia la ventana con el fin de abrir las cortnas y poder divisar el rostro del durmiente. No había ventana. ¿Cómo? ¿Quién pudo haber quitado la ventana de su lugar?. La intranquilidad comenzó a hacer cosquillas en su estómago. Alcanzaba a escucha una pesada respiración que se escondía en la oscuridad del cuarto. Alguien prendió la luz. Al voltear hacia la cama, se dio cuenta de que no había nadie más que él en la habitación. La ventana estaba en su lugar y las cobijas estaban perfectamente arregladas. ¿La mente le habría jugado alguna treta? No. De repente, volvió a escuchar la pesada rspiración acompañada de un cliqueo. Fue entonces cuando me miró, y me percaté, de que era el momento de acabar esta historia.

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