A contratiempo, siempre a contratiempo, cuando sé que vas, ya vine; siempre, entrando después del tiempo fuerte.

A contratiempo, siempre a contratiempo, cuando sé que vas, ya vine; siempre, entrando después del tiempo fuerte. Sonora irreversibilidad: el timbre de un oboe, agudo y difuso. La exquisitez de un contratiempo en la pieza de jazz que se escucha en el fondo, mientras digo que no siento, haber mutilado los sueños. De cualquier forma todo estaba perdido y, no siento, dejar mi cadáver quebrado en el suelo; no siento, haber ayudado a matar el último espacio finito de tu delicado imperio mental; no siento, el estar intentándote despertar, una vez más, en el lecho dende he guardado el aroma de tu virginidad de pensamiento.
Algo de uno de los heterónimos de Pessoa:
Sigue tu destino
riega tus plantas,
ama tus rosas.
El resto es la sombra
de árboles ajenos.
La realidad
es siempre más o menos
de lo que queremos.
Sólo nosotros somos siempre
iguales a nosotros mismos.

Suave es vivir solo.
Grande y noble es siempre
vivir simplemente.
Deja el dolor en aras
como exvoto a los dioses.

Ve de lejos la vida.
No la interrogues nunca.
Que ella nada puede decirte. La respuesta,
más allá de los Dioses.

Ricardo Reis.

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