A propósito...



El libro del creer se deshoja página por página: primero las pares. Es la silla sin respaldo, la silla sin dos patas, la silla sin asiento, la silla sin nombre. Queda en el silencio lo posible y me devuelvo al abismo en el que las primeras palabras no encuentran a sus cosas. Aquella primera fe de ser "porque sí" (porque no importa la forma del contenido ni el estallido dialéctico en que se unen y paren al mundo) ahora tiene una dirección que desconozco. Es ya, un ser"porque algo".

La fantasmagoría del azar: una tirada de dados cuyas caras tienen el mismo resultado. Pero vale la pena jugar, vale la pena la desnudez implícita al estar vestido, el disfraz que confirma la carne, el hígado y el corazón, el pensamiento de una realidad que lo ignora, pues ni siquiera la mentira más bellamente confeccionada podrá volver el plomo en oro. Así nos sentamos de frente el uno al otro a decimos mentiras con las lenguas bañadas en saliva artificial. Nos mentimos tan honestamente, tan humanamente.

Cada miedo tiene su propia pregunta y cada respuesta es un nuevo naufragio.

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