Desasosiego

No hay tiempo qué perder
la sombra nos acoge,
la vida nos transtorna,
el sueño cae de un árbol
triste, ya sin hojas.
Con la mirada perdida
y la voz ensangrentada,
va la mano levantada.
Aquí, donde el cadáver sonríe
y el arma es el escudo,
donde no hay principio,
ni fin y desnudos
nos jugamos el alma
con los ojos cerrados.
Aquí, donde la calma es el olvido
y no sirven las palabras
para enfrentar al enemigo,
no hay tiempo qué perder,
para decirnos "hombres"
y volver a nacer.

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