Conoces mi cuerpo.

Conoces mi cuerpo. Carne, huesos y sangre. Máscara flexible que se excita ante la mirada introvertida. Músculos contraídos que reciben las olas que dibujan tus movimientos.
Soy de ti, lo que un árbol a la sombra. Aparezco ante la luz del flash y me desvanezco con la materialidad de tus raíces.
Puedo sentir el escozor de tus silencio. Juego mudo que confunde los absurdos versos que insipiras.
¿Puedes recordarme? ¿Sabes quién soy?
Después de hablar de ti me arrojas sobre hierbas secas. Huesos, carne y sangre se frotan en el recuerdo para intentar florecer en el prensente.
Aun no has descubierto mi rostro. Los dolores quedan tensos sobre el vientre inmaculado.
Destroza las entrañas y entra para arrancar los tumores que se engendran con tu distancia.
No conoces mi rostro. No quieres conocerlo. Tu mano me aleja cuando te pido que desgarres el velo.
Llámame cuando vuelvas. Tal vez, para ese entonces, ya estaré muerta.

(ilustración de Alejandro Terán )

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