Dime cómo vistes y te diré quién eres



Del Steampunk sólo sé una cosa: me encanta cómo se ve.

Después de leer algunas definiciones del "movimiento", me parece que mezclar la era victoriana con la ciencia ficción es una excelente idea. Sobre todo si pensamos en aquello de hacer un rico cocktail con la frase de Manrique ("todo tiempo pasado fue mejor") con alguna de Stirner; un poco de Mary Shelley a la Julio Verne y una pizca de trans-humanismo para decorar. Bueno ¿no?

Ya saben que esto de hacer mezclas locas va conmigo y desde que descubrí el Steampunk me atrae enormemente la idea de ponerme unos goggles dorados, mallas, pantalones cortos y un chaleco vintage.

Por supuesto, el imaginarme en un un paseo dominguero por las calles del D.F. con semejante atuendo, me hace pensar si podría llegar a ser fuente inspiradora para un próximo capítulo de "La rosa de Guadalupe" titulado "Mamá, me creo Wilhelmina Murray de The League of Extraordinary Gentlemen" (y sabemos que una broma al respecto jamás es exagerada).

Tal vez un día me valga madres resulte indiferente el "qué dirán" y me construya un cohete-mochila para ir a la universidad. Ya si me dicen que soy Hipster, sólo me quedará aún más claro que nadie tiene ni puta peregrina idea de lo que es un Hipster. De cualquier forma si voy con tacones y falda pensarán que soy fresa, mamila y/o fashion y si me voy en pijama... en fin.

Me gusta el Steampunk y mucho. Pero aún más, cuando la gente puede verme con cualquier vestuario y me trata simplemente como a otro ser humano.

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