Alguien me ha dicho que no deje de escribir.
Alguien me ha dicho que no deje de escribir. Pero he dejado de hacerlo.
Cada vez las pausas entre un texto y el otro son más largas, cada vez la
propia vida me parece menos un texto y me parece más vida. Cada vez
tengo menos hilos para tejer y más piedras para golpear.
Antes solían escapárseme las horas entre los dedos, ahora los años se me
escapan del aliento y las palabras me reclaman la ausencia con regaños
mientras me castigan con su trato distante.
Las frases están enmohecidas y los peldaños que forman los versos, llenos de polvo.
De pronto la luz es tenue y el silencio me arrulla.
Las páginas del cuaderno se marchitan y los instantes se disuelven en el tiempo.
Escrivivir de nuevo.
Cada vez las pausas entre un texto y el otro son más largas, cada vez la
propia vida me parece menos un texto y me parece más vida. Cada vez
tengo menos hilos para tejer y más piedras para golpear.
Antes solían escapárseme las horas entre los dedos, ahora los años se me
escapan del aliento y las palabras me reclaman la ausencia con regaños
mientras me castigan con su trato distante.
Las frases están enmohecidas y los peldaños que forman los versos, llenos de polvo.
De pronto la luz es tenue y el silencio me arrulla.
Las páginas del cuaderno se marchitan y los instantes se disuelven en el tiempo.
Escrivivir de nuevo.
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