El peregrino y el hermeneuta






"No por coquetería, sino con toda seriedad,
dijo en una ocasión que necesitaba una buena
porción de idiotez para poder tener un
pensamiento decente".
Theodor W. Adorno, Sobre Walter Benjamin



No por coquetería, ciertamente. Walter Benjamin se halló al pie de la encrucijada entre el pensamiento amateur del peregrino que frecuenta el burdel del lenguaje, y el pensamiento inflamable del hermeneuta perdido en el laberinto de las entrañas del Minotauro.

Siempre con un mapa en construcción debajo del brazo, con la mirada proyectada hacia un horizonte en perpetuo movimiento, Benjamin cruzó los dos caminos.





El Peregrino

Akira: ¿Pensamiento amateur? ¿Bajo qué parámetros?

Benjamin: Bajo ningún parámetro, sólo bajo el signo de Saturno.

Akira: ¿Ha sido entonces la melancolía la que lo llevó a considerar que era poco capaz en cuanto al pensamiento filosófico "duro", como podría decirse de las obras de Kant o de Hegel?

Benjamin: Yo sólo he sido un filólogo de bolsillo, un buzo atrapado en la escafandra. ¿A dónde habrían de llegar las palabras sino a la palabra?

Akira: Por ello decidió escribir sobre lo escrito, hablar sobre lo dicho.

Benjamin: Porque lo escrito no está ya escrito, es un recurso inagotable del escribir. Porque ninguna lectura es la lectura, porque lo dicho se ha dicho de tantas formas...

Akira: ¿Como la palabra de Dios?

Benjamin: Como la palabra misma. ¿Desea usted llamarle Dios?



El hermeneuta (o la parodia de la filología)

Akira: En el laberinto ¿conoció a su Ariadna?

Benjamin: Cada "Ariadna", como usted lo denomina, fue una nueva entrada al laberinto. Todas las relaciones de importancia que tuve fueron mi "Ariadna", pero tal vez la única que logró guiarme fuera del laberinto fue una de ellas, ésa a la que se suele llamar "muerte".

Akira: ¿Y ella no lo introdujo a un nuevo laberinto? ¿En verdad con ella encontró la salida?

Benjamin: Aún no lo sé. ¿Usted sí?

Akira: ¿Por qué leer los textos profanos como sagrados?

Benjamin: Tal vez a usted le ha pasado. Imagine que que se halla en un día de campo acompañada de un niño. Usted mira atónita el paisaje, un paisaje que probablemente ya haya visto un sinfín de veces pero que en cada visita se presenta distinto ante sus ojos. Las nubes forman figuras insólitas y ante la emoción que la embarga, invita al pequeño a que descubra las figuras con usted. Sin embargo, en el momento mismo en el que busca captar la atención del niño, éste le responde seriamente: las nubes son bonitas sin duda, pero mientras mirabas el cielo, dos hombres se han llevado nuestra comida, al verlos una señora nos ha traído un delicioso pedazo de pay recién horneado y con tu pie has matado a la flor más hermosa del prado.

Akira: Entonces... ¿en las cosas más simples y aparentemente superficiales pueden hallarse cosas tan relevantes como en aquello que de principio invita a la reflexión profunda?

Benjamin: Como le he dicho, he sido un buzo atrapado en la escafandra. ¿Cómo ver entonces el "fondo de esto"?

Akira: O de aquello...

Benjamin: Con mayor razón.

Extracto de Diálogos, de Akira Sunshin (A.M.), 2009.

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