y HELENE despierta para decir:

y HELENE despierta para decir:

La carga sensual de un cuerpo explota a múltiples revoluciones con el sonido.
Con la imagen de una guitarra desnuda y la fuerza de una baqueta.
Porque la voz de PJ Harvey camina desde las bocinas y me acaricia
con la dulzura de un ronroneo de motor.
-Bésame PJ, justo abajito de la cadera.
Y Cocorosie es alma de ropa interior que se arremolina entre mis muslos.
El ángulo femenino, abierto en oceánica excitación por el clavecín barroco.
Los muertos también danzan por mi pecho cuando le hago el amor a
Los conciertos de Brandemburgo, al Réquiem de Mozart o al Anillo de los
Nibelungos. Un clásico orgasmo.
Tengo esencia de ninfa ingrávida que sigue el dedo de Orfeo.
Que flota y roza con sus delicados pezones el manto terrestre.
En la música se esconden todos los secretos de alcoba.
Gemidos a la Drugtore y eyaculaciones en sol mayor.
Cada palabra de Cerati, es una amante distinta.
Ritual de exquisiteces lumínicas y atmósferas sombrías.
Bocanada que frecuenta soledades.
Me envuelvo en el júbilo que provoca su mirada,
a través de una persiana americana.
Y están en ello sus labios y mis labios y los otros.
Secreto entre caníbales.
Tengo mi sexo escondido en los oídos.
Dulce como esperanza de lengua sonora.
Suave como semitono y festivo como danza de gitanos.
Una cabeza de radio sin frecuencia, con todas
las frecuencias en estado de coito acelerado.
-Grita Björk, conviértete en Erinia que muerde
mi nuca y baja por mi espalda.
Pero un texto es un texto y la música son dedos, lenguas, brazos y cabellos.
Y es la música la que me baja la pantimedia y me produce cosquillas.
La que arde cuando penetra y la que muerde mi cintura.
Dulces convulsiones del arriba y abajo que produce este amor violento.
Ondulaciones que me dicen: déjate caer.

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